“Recordar es volver a vivir, 30 años de llanto”

El terremoto del jueves 19 de septiembre pero de 1985 se presentó en punto de las 7:50 am un movimiento telúrico, con una magnitud de 8,1grados en la escala de Ritcher; y con una duración aproximada de poco más de dos minutos; afecto la zona centro, sur y occidente de México.

Maribel Soto quién tenía 10 años de edad cuando es evento fue suscitado, dice que al inicio del temblor sintió una desesperación muy grande y miedo debido a que observaba el movimiento de su escuela. Sentía que se le podía caer encima. La preocupación que sintió por salvar su vida, corriendo para poder esquivar los fragmentos que caían cerca de ellas; sufriendo al ver como algunos de sus compañeros no lograban salir de los salones a tiempo; escuchando gritos; recibiendo empujones, jalones, ella solamente trataba de salvar su vida.

Al poder estar segura, Maribel comenzó a sentirse más preocupada pues no sabía nada de su familia; sus dos hermanos que cursaban la secundaria, su hermana menor de 1 año y sus padres trabajando. Ella lo único que deseaba era que su familia estuviera bien y a salvo. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que el terremoto había ocurrido. Parecía una eternidad; ella sabía que los temblores debían dura no más de cinco minutos, pero aquella vez fue la primera en sentir que el tiempo se prolongaba mucho más de lo habitual. Para su sorpresa fue el momento de mayor incertidumbre, Maribel estaba bien sin embargo ¿su familia lo estaba?

Fue de un sismo de tipo trepidatorio y oscilatorio al mismo tiempo, y registró una profundidad de 15.0 km.2 La ruptura o falla que produjo el sismo se localizó en la llamada Brecha de Michoacán, conocida así por su notable, hasta ese momento, carencia de actividad sísmica; y vaya que se notó.

La gente por las los restos de las calles lucía afectada y desesperada por saber el estado de sus familiares y amigos. La inquietud de querer salir en busca de ellos pero la impotencia porque no podían ayudar debido al daño que muchos edificios, casas, almacenes, tiendas etc… sufrieron porque en su mayoría estaban derrumbados.

Dentro de las múltiples réplicas que trajo consigo el temblor, el 20 de septiembre fue la más notoria. Tuvo una magnitud de 7,3 grados en la misma escala; y provocó que las personas sintieran ese escalofrío que recorre cada parte del cuerpo; que produce miedo y desesperanza. El miedo a de nueva cuenta peligrar, y lo peor, el miedo a no poder levantarse de los escombros.

Fue una decisión muy mala, aquella que tomó el primer mandatario al no aceptar la ayuda internacional. Se sabe que un avión sobrevolaba en el Aeropuerto internacional de la ciudad de México pero se rechazó el permiso para que aterrizara.

Muy desesperados por la gran catástrofe que representaban los ciudadanos de las zonas más afectadas la primera dama autorizó la ayuda internacional.

El gobierno dio a conocer una cifra que variaba entre los 6,000 y las 7,000 personas fallecidas, pero las brigadas de ayuda se incrementaron las cifras preliminares. Llegaron a 10,000.

Al no contar con suficiente espacio para mantener las víctimas sin vida que habían fallecido el temblor del 19 de septiembre o en la réplica del 20; en el estadio de beisbol del seguro social se juntaron los cuerpos para que fueran reconocidos por familiares y usaron hielo para retrasar la descomposición de estos.

Es notable el hecho de que en los hospitales derrumbados, una parte de los recién nacidos; algunos de ellos en incubadora, se lograron rescatar. En especial tres recién nacidos (dos niñas y un niño) que fueron rescatados de entre los escombros del Hospital Juárez siete días después del terremoto. A esos bebés se les llegó a conocer como "Los Niños/Bebés del Milagro", o "El Milagro del Hospital Juárez"; la razón de este sobrenombre fue que los siete días se mantuvieron bajo los escombros.

La ayuda no tardó en llegar, los mexicanos se unieron en momentos de adversidad y surgieron brigadas de ayuda; entre las más conocidas figuran “Los Topos” que lograron reunirse, adaptarse y contribuir en equipo con la finalidad de salvar a familiares, amigos o personas que necesitaban ayuda. Aquellas que pudieron salvarse por la fuerza, las manos de personas que sin lucrar dieron una esperanza a las que se encontraban debajo de los escombros.

Cada año a partir de entonces, las autoridades gubernamentales y asociaciones; así como las personas se dan cita con un simulacro para recordar lo que se debe y no de hacer en caso de temblores; se guarda un minuto de silencio por las víctimas que no pudieron salvarse en 1985 y se iza la bandera a media asta como motivo del luto nacional que todavía les duele a los sobrevivientes y que aún nos duele como mexicanos. En esta ocasión conmemorando ya 30 años del suceso, y con más apogeo en las redes sociales se hizo notar más el sufrimiento y dolor de aquellas personas que estuvieron presentes en aquel día. En redes Facebook publicaron pensamientos para las víctimas que no lograron sobrevivir o que incluso no encontraron sus cuerpos de entre los escombros. Usuarios subieron videos de aquel trágico momento, que hacen que la gente recuerde, y así vuelva a sufrir por tanto dolor vivido.

Así como los simulacros realizados año con año en todas las instituciones como escuelas, hospitales, empresas privadas y gubernamentales, para poder hacer presente y no olvidar lo que nuestro país sufrió, y puedan estar a salvo si algún fenómeno de esta magnitud se llegara a presentar.

Recordar es volver a vivir, incluso las cosas que no deberían ocurrir de nuevo como el ver nuestra ciudad hecha añicos, cenizas de lo que fue nuestra capital, y surgir de esas cenizas para que el fuego arda cada vez más. No olvidar dar la mano a las personas que lo requieren porque a nosotros nos las tendieron cuando éramos polvo.

FOTOGRAFÍA: http://www.swagger.mx/media/bi/images/2014/09/terremoto85swagger.jpg