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El Círculo De La Vergüenza.

  • Por Karla Tapia
  • 24 sept 2015
  • 3 Min. de lectura

El 19 de septiembre del 2015, tras un día agotador por realizar las labores cotidianas y recordar con un macro simulacro el 30 aniversario luctuoso del terremoto ocurrido en 1985; Karla regresó de su trabajo al hogar para poder descansar un rato. En unas horas se dirigiría a la fiesta de los 20 años que cumplió su sobrina Saleta.

El clima era agradable, aunque hacía un poco de viento fresco, éste se prestaba para que Karla luciera unos jeans de color azul marino acompañado de una blusa color café; zapatos altos y ¡claro! no podía salir de casa sin la chamarra de tela caliente entallada y del mismo color que la blusa que tanto le gusta. Le recuerda tanto ese momento en el que al amor de su vida.


En punto de las 20:00 horas, Karla se dirigió a la fiesta de su sobrina en compañía de su hermano Geovani y de su novio Armando, quienes traían impregnados en sus prendas un aroma fresco y agradable a loción varonil, esa que a Karla le produce una sensación de fraternidad y de amor.

Llegaron a la fiesta, ubicada justamente cruzando la avenida principal de su colonia Fuego Nuevo.

Karla sostenida del brazo fuerte y lleno de confianza de Geovani y de Armando entró a la fiesta, en cuanto accesaron al patio de la casa lo primero que ella pudo percibir fue el olor insoportable a tabaco. Síntoma de que la fiesta ya tenía algunos excesos que no soportaría, al menos no en su sano juicio.

Las personas encargadas de la música comenzaron a poner ambientar más la fiesta. Los Dj’s pusieron salsa, el género musical que a Karla le gusta tanto. Al principio bailó con su hermano y después con su amado Armando, posteriormente se sentaron los tres en las sillas negras que servían como aliadas; ellos ya se habían cansado de bailar.

Karla salió a la calle para que le diera el fresco de la noche, intenso y penetrante olor a tabaco había provocado que todas sus ideas se removieran y que su cabeza diera vuelcos casi espectaculares dentro de ella. Tomó el aire que creyó necesitar y cuando entró de nuevo a la casa, todos los asistentes a la fiesta formaron un círculo y comenzaron a bailar música electrónica al ritmo de las luces de colores que alumbraban el lugar y que le daba ese toque a antro. Saleta, la festejada, quería que todos bailaran con ella, quiso compartir con la gente que aprecia esa felicidad que sus 20 años le provocaba, sentirse una mujer capaz de lograr sus sueños.


La música logra que casi todo el mundo tenga ganas de gozar y aunque a Karla le gusta bailar demasiado, a ella desde pequeña le ha aterrado bailar en círculo; ser el centro de atención y tener posadas las miradas de todos y todas en ella. Para Karla es incómodo que todos le aplaudan y le hagan bulla, cuando ella no es la festejada, incluso se sonroja y sus manos sudan producto de los nervios.

Pero no se pudo escapar del famoso círculo, todos ya habían pasado a hacer el ridículo. Ahora era el turno de Karla que, con una sonrisa de nervios, bailó al centro del círculo sin levantar ni un segundo la mirada. Posteriormente inhaló y exhaló tres veces para que los nervios que tenía fueran saliendo lentamente de su cuerpo y su mente para que siguiera bailando sin sonrojar.

Después de que Armando, novio de Karla, no quiso bailar con ella; se acercó un joven alto, de tez blanca, cabello ondulado y sonrisa coqueta para invitarla a bailar nuevamente en el círculo. Ella con gusto aceptó, estaba aburrida de estar sentada y ver a todos bailar, y como afortunadamente ya había superado el temor de estar al centro de la circunferencia que formaban los jóvenes asistentes, ella aprovechó para bailar un buen rato.

Con tanto baile, Karla no se había percatado que el reloj marcaba ya las 03:50am, justo la hora tenía que regresar a casa. Bailó la última canción de salsa con su nuevo amigo Enrique, con quien después se tomó una cerveza de lata muy fría para refrescarse del ajetreado baile.

Eran las 4:15am, Karla volvía a su hogar junto con su hermano y novio, los tres platicaron sobre la fiesta. Armando dejó a Karla y su hermano en la puerta de su casa y ella al entrar pensaba solamente en dormir, poco a poco la venció el sueño y no tuvo más opción que dormir.


FOTOGRAFÍA: http://cdn01.ib.infobae.com/adjuntos/162/imagenes/010/077/0010077317.jpg


 
 
 

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